abrazando un árb●l
“(…) su cuerpecito de niño había cambiado, ahora era un enorme tronco de roble con las raíces tan profundas que podía sentir como las rozaban las aguas de un antiguo río y sintió un cosquilleo que lo hacía estremecerse un poquito, era una familia de pajaritos, cuyos polluelos aleteaban con todas sus fuerzas para aprender a volar, y por primera vez en mucho tiempo el niño contempló un amanecer, vió el cielo teñirse de rosa, naranja y amarillo y pudo sentir como los rayos del sol rozaban sus hojas más altas, escuchó entonces la voz del viento que les contaba historias de sus viajes a las flores que al escucharlo abrían sus pétalos para sonreírle; el pequeño estaba sorprendido, nada en aquel bosque estaba inanimado, todo tenía vida y voz, todo era hermoso y tranquilo …”
Anónimo
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