16.6.11

abrazando un árbl






















 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“(…) su cuerpecito de niño había cambiado, ahora era un enorme tronco de roble con las raíces tan profundas que podía sentir como las rozaban las aguas de un antiguo río y sintió un cosquilleo que lo hacía estremecerse un poquito, era una familia de pajaritos, cuyos polluelos aleteaban con todas sus fuerzas para aprender a volar, y por primera vez en mucho tiempo el niño contempló un amanecer, vió el cielo teñirse de rosa, naranja y amarillo y pudo sentir como los rayos del sol rozaban sus hojas más altas, escuchó entonces la voz del viento que les contaba historias de sus viajes a las flores que al escucharlo abrían sus pétalos para sonreírle; el pequeño estaba sorprendido, nada en aquel bosque estaba inanimado, todo tenía vida y  voz, todo era hermoso y tranquilo …”
Anónimo

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